2ª La socialización como subordinación a los impulsos del ello.

Es una teoría psicoanalítica, aunque converge con algunos postulados de la anteriormente expuesta. El vínculo social se forma en virtud de la asociación de la satisfacción producida por un objeto con la persona que lo proporciona. El psicoanálisis se basa en su teoría sobre los instintos y sobre el inconsciente; la libido es la fuerza instintiva sexual, mientras que la agresividad es producto del Thanatos. La vida instintiva es la prerrogativa del ello; las relaciones con el medio ambiente, lo son del yo; y el campo de la normatividad y de la conciencia moral es del superyó, que interioriza e introyecta las pautas y las reglas de las instancias paternas. La deuda mayor que la socialización tiene con la teoría psicoanalítica es la explicación de la interiorización de las normas, que ha encontrado complaciente acogida entre los sociólogos, ante quienes el descrédito del psicoanálisis es, por otra parte, creciente. La interiorización psicoanalítica no es la sugerida por É. Durkheim y por T. Parsons, ni puede, en momento alguno, confundirse con el «aprendizaje», ni con la «formación de hábitos». Para Freud el hombre es un animal social sin que se haya convertido en un animal enteramente socializado; aquí radican los conflictos y antagonismos contradictorios de la socialización.

Erikson, de inspiración psicoanalítica, pero de manifiesta predilección por lo social, explica la socialización por el modo peculiar que cada cultura tiene de satisfacer las necesidades instintivas básicas, aunque transculturalmente comprobó que en todas las culturas se descubren ciertas características del comportamiento psicosocial, conducentes a facilitar la satisfacción de las necesidades. Estas características se advierten también, con sello diferencial, en las ocho edades en las que dividió la existencia del hombre.

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