7ª La socialización como proceso de producción.

La teoría psicoanalítica, el materialismo histórico marxista y la teoría crítica de J. Habemas indujeron a A. Lorenzer a constituir una nueva interpretación de la socialización con la mirada puesta en sus anomalías y en los simonías neuróticos que la distinguen, freudianamente concebidos como resultados de experiencias infantiles, sepultadas en el inconsciente por la represión. La socialización es para Lorenzer un proceso natural y una historia social simultanea. El individuo se siente atrapado entre la «naturaleza interior» infantil y las condiciones sociales que rodean a él y a su madre. La socialización se fragua en la díada madre/hijo y explica la constitución de cada individuo. El resultado de la interrelación diádica es una producción, similar a la registrada en una empresa. En cuanto proceso natural, la socialización está condicionada por lo que Lorenzer llama «necesidad corporal» o «naturaleza interna» que reclama constantemente satisfacción de vacíos o indigencias (Körperbedurfnisse) provocadas por el medio ambiente. En cuanto historia social de formación depende de las circunstancias sociales e históricas que acompañan a cada persona.

Para que la acción dialéctica entre la naturaleza y los condicionamientos sociales tenga lugar es necesario, según Lorenzer, un «médium de atracción», que no puede ser otro que el «trabajo», tal y como había postulado J. Habermas. Ni el trabajo ni la interacción pueden separarse de la reproducción, lo que presupone otro requisito esencial en la díada madre/hijo: el lenguaje. En consecuencia, la socialización es un proceso de formación de sím¬bolos, en la concepción lingüística de Kuno Lorenz.

En resumen, tres son los procesos básicos de toda socialización: la madre y el hijo son sujetos de la producción, y entre ellos hay interacción; más tarde aparecen las «formas simbólicas de la interacción» relacionadas con la «incipiente situación del lenguaje»; y como consecuencia de las contradicciones objetivas de la sociedad, surge la desimbolización, o sea, la «perdida de figuras lingüísticas y Firmas de interacción», que se advierte en el deterioro de la socialización, cargada de rasgos neuróticos y de desadaptación.

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